Imagínate que eres un político. Sí, ya sé que te cuesta trabajo, porque eres una persona honrada. Pero, venga, haz el esfuerzo.
Ahora imagínate que se acercan unas elecciones y que no tienes nada a mano para inaugurar y salir en la foto. Bueno, sí, hay un hospital, pero la cosa va con retraso y ni de coña va a estar terminado a tiempo.
Así que de pronto se te ocurre la idea genial: no tienes por qué inaugurar el edificio entero. No, para qué. Vas e inauguras el atrio. Y, encima, te queda la mayor parte del edificio para seguir inaugurando: el primer piso, las escaleras, el parking, los quirófanos. Menudo chollo que has encontrado: puedes pasarte años inaugurando cosas.
Eres un puto genio.
POSTDATA: Lo antedicho es pura ficción, por supuesto. Y si hay algo en la realidad que se le parezca, aunque sea remotamente, es culpa de la realidad, que tiene muy mala idea e insiste en imitar a la ficción una y otra vez. Desde luego, lo que he comentado no tiene nada que ver con nada que vaya a pasar el jueves diez de marzo a las diecisiete horas en Oviedo.
No, vamos, ni por asomo.
No es tan ficción como dices. Recuerdo que hace poco, un gobierno autónomo se dedicaba a inaugurar ascensores en edificios para que se viera que hacía cosas…