En las obras de Dickens, los personajes realmente malvados, mezquinos y miserables no eran ni los pobres de solemnidad ni los ricos de toda la vida, sino los que un día fueron pobres y empiezan a medrar en la escala social y económica como sicarios del verdadero poder.
El opresor más miserable no es el amo de esclavos, sino el esclavo de confianza del amo.