Decía Mark Twain que un banquero es alguien que te presta un paraguas cuando hace sol y exige que se lo devuelvas en cuanto empieza a llover.
Un empresario, por otro lado, es alguien que cree estar haciéndote un favor porque te permite generar riqueza para él y que se escandaliza cuando tienes la desfachatez de pedirle que una parte de esa riqueza que has generado caiga en tu bolsillo.
Parte de la misma fauna, en realidad.