Una piedra. Un recodo. Un remanso. Una arista.
Una habitación cerrada en la que nadie entra nunca.
Un campo abierto
sin fronteras ni alambradas.
Silencio.
Murmullos lejanos que prometen esperanza.
Vacío.
Expulsado. Aceptado.
Un traje que visto y se convierte en mi persona.
Mi reflejo que sonríe,
advertido de verdades que yo ignoro.
Espanto y cuchillos.
Tacto y pieles.
A lo lejos
se remansa indiferente parte de mi vida
mientras otra
golpea su silencio contra el aire.
Bandadas de reproches y algoritmos
anidan en el hueco de mis ojos.
Y los días se confunden con promesas.
El tiempo es un estado de la mente.
La mente, un mentiroso sin excusas.
Contradigo. Invento.
Disparo frases al vacío.
Tejo historias con dedos temblorosos.
Trazo cuentos que no tienen final.
Miro. Engaño. Quito y pongo máscaras.
En mi armario
hay disfraces parecidos a mi piel.
© 2006, Rodolfo Martínez
En mi armario
hay disfraces parecidos a mi piel.
Me ha gustado el poema, lo que trasmites, lo que yo entiendo al leerlo pero lo veo un poco desigual. No obtante, los dos ultimos versos son un poema completo.